El torbellino en el que vivo hace que se me olvide casi siempre que estoy viviendo, que estoy respirando, que puedo mover mis dedos y mis ojos. Que la piel que me recubre es perfecta y que mi existencia es realmente minúscula e intrascendente. Que somos seres sumamente extraños, pensando que debemos hacer algo por nuestra vida cuando es completamente insignificante.
Y así, comienzo esta nueva etapa.
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