Geovani

Soy Geovani, no porque así eligiera llamarme, así me puso un alcohólico al que la vida me obligó a llamar papá.

Como suponen, o talvez no, fui alcohólico también. Ese tan desagradable líquido me volvía un hombre más fuerte, con valor, me volvía ser humano de nuevo, es lo único que puedo agradecerle a mi papá.

Formo parte de las grandes estadísticas de analfabetismo del país. No del analfabetismo que conocen ustedes, hablo de otro tipo de analfabetismo.
Hago cualquier cosa por ganar dinero, construyo, limpio, camino, lloro, vuelo y me tiro del barranco.

Todo en mi vida era un caos, le pegué varias veces a mujeres a quienes la sociedad llama vulgarmente putas, tachandolas sin saber nada de ellas, ni de su vida, ni de sus problemas. Yo tampoco me preocupé por averiguarlos, solo necesitaba alguien que compartiera mi dolor y fue lo único que se me ocurrió.

Hasta ese día.
Encontré en una discoteca vulgar a una mujer, chiquita como el sombrerón, con un gran corazón y una mirada limpia como... nada es limpio hoy en día, no lo compararé.

Ella se llama Dora.
Es borrachita también, pero no me importa porque sé lo que siente.
Le propuse que nos casaramos, y ella acepto. No le importó que yo no pudiera ofrecerle nada, probablemente estaba acostumbrada a nada.
No tengo aún hoy nada que ofrecerle solo la carne que soy ahora, y ni siquiera mi alma, porque muy probablemente la dejé perdida en alguna tienducha de mala muerte.

Tenemos ya tres hijos a los que amo con locura. No tenemos luz ni agua caliente, pero si los mando al colegio.

Hace unos días vinieron a regalarme una bolsa con comida y un poco de dinero.

Creo que iré a tomarme un par de tragos para celebrar.

No hay comentarios: