No se me ocurre nada más que escribirle al momento. Momento que al fin hizo correr la lagrima tan esperada que haría reconocer EL momento al cuál si debía pertenecer. Una pero bien llorada. El destino pide disculpas, y las saca de mi boca, el destino está jugando con mi mente, así como ese tic tac del reloj.
Esperaré a que la buena vibra vuelva, se ha tomado unas vacaciones bastantes largas. Esperaré no tanto así como sentada, esperaré con ansias y con una mente más lucida.
Sé que esto no es el fin, es el comienzo de algo, el comienzo de la madurez de nuestro corazón, la madurez de nuestra mente, la madurez del amor y de la ilusión.
De alguna manera extraña el universo conspirará para que al final las dos almas se vuelvan una, solo que no hay manera de apresurar al destino, quiere que caigamos millones de veces antes para luego recompensarnos con lo más grande que puede dar.
Gracias al amor, a la paciencia, a la inocencia y especialmente a la locura por habernos arrastrado a esto.
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